sábado, 19 de junio de 2010

INOLVIDABLE SARAMAGO


El pasado medio día moría en Lanzarote José Saramago, uno de los escritores más relevantes de la Literatura de nuestros días. Nació en Azinhaga (Portugal) el 16 de noviembre de 1922, y esta mañana moría en Tías, Lanzarote, Las Palmas, a la edad de 87 años. Pocas cosas que añadir a los ríos de tinta que han comenzado a correr como lava nada más conocerse la noticia de su muerte.
Recuerdo cuando llegó a mi pueblo para inaugurar una calle a la que se dio su nombre. Iba acompañado (como siempre) de Pilar del Río, su inseparable compañera. Lo recuerdo con andares solemnes, erguido, con sonrisa franca abierta permanentemente a la gente. Veía el mundo que criticaba como una obra imperfecta, y en sus obras nos dejó claro las constantes trampas en las que caemos. A pesar de su mundanal negativismo, era un hombre abierto y accesible a todos, disfrutaba viéndose rodeado de gente; y no era vanidad, ni mucho menos, más bien las ganas de comunicarse con todos, sentir su presencia cercana, sus problemas; hacerse solidario de sus sufrimientos. Este "comunista hormonal" como él mismo se definía, fue sin duda un hombre llano y accesible. Un pensador de verdades auténticas que su pluma convertía en metáforas aleccionadoras, cuando no en filosofías verdaderas de las que nadie debiera rehuir. Un pensador es alguien que no le teme a la crítica porque, ante todo, conoce como nadie el compromiso y el valor que tiene la palabra. En este sentido, Saramago fue un pensador con mayúsculas.
Parte de sus cenizas descansarán para siempre, por deseo expreso, junto al viejo olivo que plantó hace tiempo pensando en lo irremediable. Confesó no temerle a la muerte; tal vez, nadie mejor que él sabía que no hay peor muerte que la de vivir de forma miserable atados al sufrimiento que supura el mundo del desarraigo.
Que la Nada que proclamaste y a la que la muerte hoy te entrega, te otorgue la Paz que mereces. Gracias a tus obras permanecerás para siempre entre nosotros.